Al hilo de informaciones que han aparecido en medios de comunicación económicos sobre la posibilidad de que militares en la reserva cubran plazas de conductor, nos surge la necesidad de realizar alguna reflexión.
Ya en 2003, las organización empresariales del Comité Nacional firmaron un convenio con el Ministerio de Defensa para ofrecer a los militares en reserva, que salen con 45 años, con carné de conducir profesional, la posibilidad de incorporarse al sector de transporte. El resultado fue nulo o insignificante. No surgió por parte de este potencial personal un interés por el sector del transporte.
Han pasado 21 años y la situación del sector del transporte no ha hecho más que deteriorarse en algunos aspectos, no en otros, pero sí en los fundamentales para atraer fuerza de trabajo o «talento» como dicen algunos al volante.
En estos 21 años las condiciones de trabajo de los conductores profesionales han mermado a salarios que oscilan entre los 1500 euros y 2000 euros (algo más si hacen internacional lo que implica pasar entre una y dos semanas fuera de casa). Un conductor que haga transporte internacional cobra hoy, en 2024, menos que un conductor hace 21 años, y la vida se ha encarecido mucho (la vivienda, suministros, bolsa de la compra… todo), hasta un 300% en algunos casos.
A esto hay que sumar que, salvo la carga y la descarga y los tiempos de espera que se regularon, por fin, en 2022, las condiciones de trabajo en general son duras: tiempos de trabajo largos (al tiempo de conducción que de media son 45 horas semanales hay que añadir tiempos de espera para cargar, descargar, otros trabajos, cruce de fronteras, ferris, paralizaciones, etc, desarraigo, mucho tiempo en soledad, malas condiciones para comer, pernoctar, falta de aparcamientos seguros… Mayores exigencias por parte de las empresas y de los clientes, porque cada vez hay más competencia, también de fuera, al ser un mercado único.
Ahora, como recogen estos medios, el Comité Nacional ha alcanzado un nuevo acuerdo con Defensa, porque la desesperación por la escasez de conductores, 21 años después, se ha multiplicado por diez. Se trata de que Defensa oferte estas vacantes de conductor a los militares que con 45 años necesitan continuar con su vida laboral. Es una vía más de las otras que quieren explorarse, y están detenidas, para cubrir vacantes en el sector.
Los militares con carne profesional del ejército no tienen que convalidar este carné, se les reconoce en la vida civil, igual que el CAP si lo obtuvieron en su día o tienen el carné desde antes de 2007. Si no es el caso, como el ejército les da una formación equivalente, solo tienen que presentarse a las pruebas de CAP para obtenerlo, pero no realizar la formación.
Hay pocas esperanzas de que esto sea una mínima solución y se cubran vacantes de forma significativa con militares en reserva, en primer lugar porque la burocracia y la gestión de esta salida no va a ser sencilla. No va a ser algo tan lógico como un único organismo de Defensa o Transportes o de los dos que gestionen opción. Se ha diseñado un sistema mucho más territorial, con lo cual el alcance se diluirá.
Pero, además, ¿realmente los militares en la reserva, que salen con 45 años, van a elegir este sector para continuar su vida laboral? Lo dudamos, y ojalá nos equivoquemos. Pero el pasar noches fuera de casa, la responsabilidad del camión, de la carga, dónde duermen, cómo les traten y cuánto vayan a cobrar, la imposibilidad de conciliar, no hay jubilación anticipada aunque se está tratando de corregir esta situación… Hay otras muchas opciones que van a poder elegir antes que el sector del transporte.
La experiencia, porque entre 2003 y 2024 se han firmado otros acuerdos con Defensa para esta misma solución por parte de algunas organizaciones empresariales de transporte, es que el personal que sale con 45 años del ejército opta por trabajos menos penosos y exigentes que el transporte. Quizá el sector de transporte de viajeros, en rutas cortas pueda ser más atractivo.
Y es que, antes de pretender que los conductores elijan este sector, hay que hacerlo atractivo, lo que implica mejorar las condiciones de trabajo, en todos los aspectos, pero que ya deben incluir conciliación, por ejemplo, y un mejor salario que el que están ofertando en la actualidad las empresas.
